La continuidad es la base de la dimensión

Para comprender la dimensión hay que comprender la noción de la continuidad que genera la proporción. La proporción es la base de la realidad física. Es importante llegar al estado en que podamos tomar conciencia de la geometría y permanecer en ella. Sin conocer el esfuerzo de la continuidad es imposible conectar los puntos y conservar la conciencia sobre ellos (cuando no sólo la mente sino también toda la energía física del cuerpo, se mantienen en una escala determinada, es decir, tienen su dimensión).

No podemos obtener una realidad experimentalmente, porque la realidad sin una experiencia interna es un resultado logrado pero innecesario que no puede ser realizado como una experiencia más adelante. Debemos saber cómo pesar y determinar el resultado dentro de nuestro cuerpo y no fuera de él. De lo contrario vamos a tener una gran cantidad de información desordenada que puede servir para lo que sea,  menos para la persona.
 
Es importante darse cuenta de que el ser humano no es quien tiene la forma, sino quien maneja sus sentimientos. Dirigir los sentimientos sólo se puede hacer si existe la cognición de la  geometría, y la cognición de la geometría se puede lograr mediante la proporción. Hay que ocuparse de las funciones derivadas. Recibir tales funciones sin sentirlas significa engañarse a si mismo en el conocimiento. El ser humano debe guiarse por la escala que puede controlar, en lugar de visualizar, y no debe engañarse a sí mismo con conceptos que se discontinúan y por lo tanto se convierten en engañosos.

Nuestro cuerpo tiene de nacimiento una densidad que semeja al cristal. En el proceso del desarrollo incorrecto perdemos esta densidad, y con ella perdemos la refracción de la energía. Como resultado tenemos un cuerpo menos cualitativo, que no tiene el esfuerzo. En realidad, esto reduce la vida humana a "cero".

Pero lo más peligroso no es la pérdida, sino la falta de entendimiento que produjo esa pérdida y la incapacidad para comprender la dimensión de los sentimientos, los pensamientos, el espíritu, etc. Por lo tanto aparece la salida de la continuidad y de la orientación. Como resultado, el ser humano necesita crear las condiciones de densidad y geometría que ayuden a devolverlo al estado controlado, hacia la posibilidad de sentir este estado, de lo contrario sin el límite del volumen no se podrá entender la magnitud de la experiencia.

La magnitud de la experiencia (el sentimiento)  es la verdadera densidad de nuestro cuerpo, de nuestros órganos, de nuestra mente. En un cuerpo apático e indisciplinado nuestra conciencia está aislada no sólo de nuestros sentimientos, sino de sí misma. Toda nuestra imperfección está en la irregularidad. Cuando no hay un ritmo sostenido en la existencia.  

La continuidad se establece de la secuencia, entonces ahí ya tenemos algo que girar, algo que llevar. En este caso podemos pasar de una esfera imaginaria en la esfera real donde se obtienen las funciones derivadas.

23 marzo 2011

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