Psicología de la Personalidad en el negocio

Si queremos comprender el negocio como fenómeno, debemos considerarlo o desde la posición del desarrollo, o desde el punto de vista de la psicología, de lo contrario nos convertiremos en parte de una maquina incomprensible por nosotros, donde somos un producto del negocio mismo.

Los sentimientos provocados por el negocio son no menos misteriosos que otros sentimientos, como por ejemplo el amor. Sólo la persona capaz de comprender el caos de los sentimientos y los pensamientos, puede lograr a satisfacerse, evitando la dependencia de los gozos externos. Tal tipo de persona se sumerge completamente en el proceso de la realización. El hombre rico no es el que tiene mucho dinero e incluso no es el que tiene muchos amigos. El hombre rico es el que tiene a sí mismo. Mejor dicho, el que es sí mismo. Es la persona que puede apoyarse en sus pensamientos, en sus sentimientos, en su cuerpo.

Hoy en día, el negocio se parece mucho a un tipo extremo de deporte y permite experimentar sensaciones, por ejemplo, como el salto en paracaídas, incluso a los que no saben saltar. Cuando observamos los logros de algún hombre de negocios, ¿nos planteamos las cuestiones acerca de sus cualidades personales, de por qué y cómo alcanzó sus éxitos en su trabajo? Y no desde la posición de la envidia o la agresión, sino que desde la posición del análisis de la naturaleza de la persona y la naturaleza del negocio mismo. ¿Lo hacemos?

En la actualidad, la civilización ofrece al ser humano un ritmo tal loco, que muchas personan se desacostumbró a contemplar y aspira al resultado rápido. Las condiciones mismas de existencia nos hacen seguir el caos en que no queda incluso la posibilidad de conservar sana la consciencia hasta el momento en que ella pueda plantearnos la cuestión de la vida y el camino elegido.

Desgraciadamente, hoy en día inmensa mayoría de la gente vive por reflejo y el negocio también se ha convertido en elemento del reflejo o reacción: al dinero, a las emociones, al consumo. El hombre cree que se sumerge en el negocio para tener mucho y crear para sí dignas condiciones de la existencia. Pero en realidad, como regla, tiene miedo de quedar solo consigo mismo y hacer evaluación de sus acciones.

Los superbeneficios o la adicción emocional

¿Quién hoy en día, tiene el derecho de razonar sobre el negocio y enseñar a los demás sus fundamentos? ¿Quién puede tomar este derecho? Y resulta que la respuesta es muy interesante: en realidad, una persona aprende el negocio desde una edad bastante temprana, desde su infancia y, de hecho, cada adulto entenderá algo de negocios, dado que siendo niño ya aprendió a manipular.

O sea, para obtener algunas emociones, reacciones, atención de la gente que le rodea, es decir algún beneficio para sí mismo, el niño empieza a engañar a los demás. Y luego, inevitablemente, empieza a engañarse a sí mismo.

Y resulta que el verdadero hombre de negocios hoy en día no puede prescindir del engaño, debido al hecho de que en su infancia obtuvo ciertos patrones de tal tipo de comportamiento. Por supuesto, esta afirmación no puede ser un axioma, es más bien tema de razonar.

Una de las cuestiones más importantes para el hombre de negocios es la autoevaluación. ¿Ha alcanzado tal nivel para considerar sus servicios o producto bastante caros? Es un dilema en que unos se conservan como personalidades y obtienen satisfacción guiándose por lo pequeño pero creando un producto de calidad, mientras que otros se dedican a los superbeneficios. Sin embargo, si hablamos de las ganancias que produce el negocio, entonces los superbeneficios no siempre son millones. Como un superbeneficio pueden ser considerados por el barrendero, diez dólares si su esfuerzo, en general tiene el valor de cinco dólares.

La psicología de la línea de producción en serie

No siempre somos los que pensamos que somos y no siempre nuestras acciones se concuerdan con nuestra naturaleza personal. Al obedecer a este estado de las cosas en el negocio, creamos una business-naturaleza específica.

Sin circulación correctamente creada alrededor de los esfuerzos de producción, no podremos comprender la supremacía de las distintas personas en la compañía de negocios, pero podremos comprender la supremacía del sistema, esquema, en que cada obtiene, digamos, en su justo valor o según los méritos. Y si el esquema es más importante que la persona, entonces esto va a devastar involuntariamente al individuo: espiritualmente, energética o físicamente.

En la actualidad, cunado la civilización no sólo sobreestima el valor del producto sino que además ni siquiera se pone a pensar en la evaluación, enseñar a alguien algo, llega a ser casi inútil. Pero si el negocio no es elemento de desarrollo y aprendizaje, entonces la persona nunca llegará a ser profesional.

Muchos incorporan en su negocio el deseo de negociar y no piensan en su aprendizaje, no aprenden. Y no es tan difícil explicar este fenómeno: la educación desde hace ya mucho tiempo ha dejado de ser satisfacción, se convirtió en emoción, además no la más agradable para el hombre moderno. Mientras que el comercio es una emoción que dura poco, pero se puede repetir un montón de veces.

Vivimos en la secuencia de acontecimientos, cada día cambiamos de opinión y esta formación tiene sus leyes y razones. Cada día el dinero se queda dinero. Y hace miles de años atrás el dinero fue dinero y se quedará dinero dentro de miles de años. El dinero sigue igual, puesto que está en el campo del sacrificio, en la aspiración al consumo del ser humano. Pero nuestros días, sí que son diferentes. Y el modo de pasar estos días, determina la manera de formar nuestra vida, o desde la posición del sacrificio, en que no nos damos cuenta y no concebimos la realidad, sus colores y todo lo demás que nos rodea, o… En realidad, cada uno puede por sí mismo continuar este “o”.

El negocio como desarrollo

Al escribir este artículo, juego el papel más de un auxiliar de laboratorio que pone en los matraces ciertas esencias del negocio, sin dar las lógicas aplicaciones y conclusiones tradicionales para el género analítico, dado que creo que si debe haber en la persona alguna motivación para leer, entonces ésta debería ser el desarrollo. Sin embargo, ¡cada uno entiende el desarrollo a su manera! En esto consiste el enigma de nuestra existencia, a pesar de que la respuesta es muy simple. El desarrollo puede ser explicado simplemente en términos de la medicina, éste tiene sus leyes fisiológicas. No pueden ser inventadas de nuevo u obedecidas a un capricho, tampoco puedan ser formadas de nuevo según la persona concreta.

¿Qué debe hacer una persona para lograr alto nivel de concepción y realización en el negocio? Estoy convencido de que se necesita educación. Pero no se trata de formación empresarial, sino que de formación de sí mismo. Y por muy extraño que parezca, es imposible aprender el negocio. El negocio es experiencia, multiplicada por el esfuerzo y las cualidades de la persona concreta. La condición del negocio es la inversión. Invertir su vida, su energía, su tiempo en cuyo resultado son personas aisladas las que encuentran a sí mismas y miles e incluso millones se convierten en participantes en un ritmo de existencia que queda incomprensible hasta el final. Y, en la actualidad, ¿no es el negocio una supresión para el ser humano? ¿Especialmente si no trae satisfacción? Y, ¿si una persona vende producto de baja calidad y lo sabe? O, ¿si no siente y no comprende aquello que vende? Uno puede objetar: “pero, de alguna manera, al fin de cuentas, tenemos el derecho de hacer estas acciones para ganarnos la vida”. Sí, ¿pero tenemos presente una evaluación personal en esto, una posición personal, comprensión, concepción? Y lo más importante, ¿hay presente en este modo de vivir el sentimiento de una satisfacción espiritual profunda, la que hace al hombre feliz, armónico?

El único sentimiento verdadero del ser humano es la satisfacción de sus propias acciones. Y es verdadero porque se trata sólo de las acciones de la persona misma y depende exclusivamente de ella misma. Para obtener el resto de los sentimientos verdaderos, uno debe saber identificarse en ellos, comprender su responsabilidad en los diferentes actos. Una persona dedicada al negocio hoy en día debe entender: incluso si el negocio produce beneficio, a menudo afloja la persona, fortaleciendo su pereza hacia sí mismo.

 

25 mayo 2009

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