Camino de la mujer

La mujer y la espiritualidad

La cuestión de la espiritualidad femenina tiene un significado histórico. A lo largo del desarrollo de la civilización, las mujeres tenían una determinada posición en la sociedad, que se puede describir en una sola palabra: agresiva. O la sociedad determinaba el estado agresivo de la mujer, o ella misma determinaba su agresión hacia la sociedad.

Hoy en día, la naturaleza de la mujer la hace agresiva respecto a la sociedad, puesto que ha nivelado la calidad de la mujer. Esto no permite a la mujer desarrollarse. A menudo, la mujer resulta incapaz de expresarse como mujer, ella no experimenta incluso unos 30% de sus capacidades, de las cualidades que posee de naturaleza.

Es un problema de la sociedad, pero esta situación no se ha formado ahora, sino que se iba formando a lo largo de muchos siglos. Tomemos, por ejemplo, incluso la Edad Media, cuando los hombres han hecho de la mujer una bruja, confirmando, de hecho, su incapacidad de interactuar con ella, humillándola y no dejarla realizarse en la sociedad. Según su naturaleza, la mujer es un ser más sensitivo y puro que percibe el mundo primordialmente de una manera más profunda y es capaz de expresar una cierta verdad objetiva acerca del mundo en el que vive. Pero, a lo largo de toda la historia de la humanidad, a mucha gente no le convenía esta verdad objetiva. Debido a esta razón, la mujer tomó un formato de existencia no propio de ella.

Si consideramos las culturas antiguas, entonces veremos un formato de existencia completamente diferente, veremos el inicio femenino, el principio femenino en la sociedad. No estoy hablando del matriarcado, cuando la mujer dominaba en la sociedad, pero el papel de la mujer en la antigüedad se apoyaba en su naturaleza. Existe un cierto inicio natural espiritual y existe desarrollo en este inicio. Y el desarrollo mismo que el hombre eligió para sí, llevó a que el desarrollo hoy en día ha dejado de ser un desarrollo.

En vez de apoyarse en el inicio espiritual, en la calidad de la mujer, el hombre echó a la mujer al lago y empezó a decirle cómo ella debe vivir. Y esto es un gran error. ¿Cómo pueden determinar su naturaleza? ¿Cómo pueden determinar cómo debe vivir? La mujer es un ciclo cerrado, contiene la cantidad completa, básica de vivencias y estas vivencias son comprensibles para ella.

El hombre, por razón alguna, pensó que es capaz de determinar las vivencias de las mujeres y empezó a imponérselas. Además de eso, cambió el ritmo de existencia de la mujer. La mujer ha dejado de llenar, en primer lugar, a sí misma y el espacio en el que vive. Y para el hombre, la mujer dejó de ser insuficiente. Hoy en día, el hombre no puede expresar en un volumen completo su actitud hacia la mujer, puesto que no deja de existir como una mujer.

Y aquí nos encontramos con una toda serie de cuestiones, relacionadas con la educación, con la cultura de la vida, con el desarrollo.

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El hombre ha creado una determinada cultura de actitud, al cambiar la actitud de la mujer hacia la mujer, sin comprender la mujer como una mujer. Y esta actitud es compleja y al mismo tiempo, simple. Hoy en día, para el hombre la mujer es una reacción y no vivencia consciente. En la actualidad, el hombre es incapaz de experimentar la mujer, de percibirla. Si no deja a la mujer llenarse, entonces puede que la mujer no exprese el volumen y la fuerza que pueda llevar potencialmente en sí. Y, en consecuencia, el hombre no puede entrar en contacto con esta fuerza, él entra en contacto con partes de la mujer.

Para el hombre, la mujer ha dejado de ser cierto volumen, forma. Sólo la mujer llena lleva en sí la mentalidad correspondiente, la belleza interna. Hoy en día, el hombre reacciona a aquello que él mismo ha creado y resulta incapaz de experimentar unas vivencias más profundas y serias junto con la mujer, la que es energéticamente más fuerte que el mismo hombre que o es débil o carece de experiencia.

En la actualidad, todo esto llevó al que entre el hombre y la mujer no existe una experiencia verdadera de interacción. Existe la experiencia de vivir juntos, o de trabajar juntos, dado que el hombre se comunica con la mujer de acuerdo con su propia mentalidad. Respectivamente, la mujer también está enseñada a comunicarse con el hombre dentro del formato de la mentalidad, el formato de la “lógica masculina” y si ella resulta incapaz de hacerlo, entonces se encierra en sí. Este encierro interno o defensa de los hombres, es reacción adicional dentro de las condiciones, en las que existen más y más formas de reacciones, que determinan el carácter del comportamiento, el carácter de la interacción.

Y esto no sería problema alguno, si no privara a la mujer de su fuerza. En la condiciones, donde no existe la cultura de existencia en general y cultura de existencia de la mujer, en particular, surge la pregunta: ¿cómo una mujer puede obrar, crear e incluso mejorarse a sí misma? Hoy en día, la mujer es prácticamente privada de condiciones de su perfeccionamiento y la mejora interna que está realizando, otra vez es una condición del principio masculino, donde el hombre no percibe la mujer según su calidad y llenado, sino que la percibe según las apariencias de la mujer, que no están internamente fundamentadas, en absoluto y que no contienen nada en sí. En este caso falta la fuerza real, falta la naturaleza femenina llena, falta la creación. Existen mujeres naturalmente más enjundiosas, que a menudo usan esta cualidad suya y regulan las acciones de los hombres, pero tampoco comprenden este volumen y forma que tienen inherente de la naturaleza y, en consecuencia, su comportamiento se refiere al principio de existencia animal, de reacción y no al principio del desarrollo. Cuando la mujer empieza a pensar de sí como de una mujer, entonces es importante comprender qué es lo que tiene dentro y no qué es lo que muestra por fuera. Es decir, ante todo, debe ser una mujer por dentro y lo que es por fuera, ya es un resultado de lo que la mujer ha creado o recibido en el proceso de su existencia, en lo que se incluye también el desarrollo.

Hoy en día, existen muchas mujeres aparentemente bellas y simpáticas, pero carecen de fuerza interna y no pueden satisfacerse de su propia belleza. En realidad, a fin de cuentas, la satisfacción es condición de nuestra permanencia aquí y la satisfacción se determina, sobre todo, de la fuerza interna.

Si nos planteamos la cuestión: “quiero tener buen aspecto” o “quiero ser enjundioso”, entonces indudablemente, si nos desarrollamos correctamente, lo segundo debería ser lo más importante. Esto se debe al hecho de que la vivencia y la eficiencia de nuestra participación vital son superiores. Tomemos, por ejemplo, el período de Balzac, o el período del Renacimiento: ¿qué era la actitud hacia la mujer? Si observamos las esculturas, las distintas obras de los pintores, entonces veremos que existía otra actitud hacia las mujeres completamente diferente, otro formato diferente. Y si volvemos a tiempos aún más antiguos, entonces veremos que la forma predeterminaba el significado y bajo esta forma se escondía la Proporción. Es decir, la forma no era algún tipo de recipiente grande, lleno de algo, sino que era elemento e indicador del llenado.

Hoy en día, la mujer ha perdido la manera de llenarse, relacionada con el cambio del ritmo. En la actualidad, unas 50% de las mujeres tienen alteraciones en su ciclo mensual. La energía no vive en el ritmo, calidad y correspondencia, que tiene indicadas de la naturaleza. ¿Cómo, entonces, podemos hablar de alguna realización? ¿Cómo la mujer puede satisfacerse de aquello con lo que vive o satisfacerse de su predestinación, si de naturaleza ya no puede corresponder con la misma naturaleza?

Las mujeres contemporáneas tienen ya tantos problemas patológicos internos, que no podemos hablar de la fuerza espiritual de la mujer. Por muy extraño que parezca esto, la fuerza espiritual de la mujer está relacionada directamente con su útero. Existen unos determinados indicadores energéticos, existen unos determinados recipientes que predeterminan la fuerza espiritual.

Si tomamos en consideración la medicina etrusca, entonces veremos que los indicadores energéticos se determinan por el hígado, si consideramos la medicina taoísta, entonces veremos que aquí prevalece la médula espinal y la ósea, a pesar de que el hígado también está relacionado con el elemento de la formación del espíritu; en la medicina celta, están relacionados con el corazón y el hígado.

Siempre existen esferas fisiológicas que debemos alimentar. Pero la mujer puede nutrirlas sólo al tener un útero que funcione plenamente. La incapacidad de alimentar su útero lleva a la mujer a unas condiciones en las que empieza a usar la energía espiritual en vez de cultivar y desarrollarla. Esto lleva a que la mujer llega a ser mortal, puesto que aquello que debería quedarse de la persona, incluso en el nivel del espíritu, ya es usado. Es usado, porque en vez de sumergirnos al estado normal energético y al desarrollo normal, nos hemos arrojado a las condiciones de un consumo aún más grande de nuestros propios recursos. Y en las condiciones de la existencia, en las condiciones de las capacidades que debemos coordinar con esta existencia, surgen un montón de preguntas.

Por ejemplo, surge la pregunta de si somos capaces de comprender nuestras habilidades espirituales, nuestra fuerza espiritual. La fuerza espiritual posee sus propias características frecuenciales: la capacidad de permanecer en una determinada vibración, que permite a la persona existir y comprender que incluso en el nivel del formato del espíritu, la gente no es mortal.

Desde naturaleza tenemos unas ciertas vibraciones, que no mueren si no usamos esta energía. El espíritu es una fuerza poseedor de determinada vibración, que el ser humano no percibe en el proceso de su vida. Los niños la perciben hasta tener 4 años y las niñas hasta tener 3,5 años, cuando su apoyo en la vibración es muy fuerte. ¿Por qué el niño grita todo el tiempo? Porque reajuste constantemente la vibración de su espíritu. Para el niño esto es primordial. No ve nada a su alrededor, no escucha nada… Sólo siente la vibración, depende de ella y la llama constantemente. Algunos niños gritan de tal manera que nadie los pueda escuchar, otros gritan normalmente, terceros, algo mezclado.

A los que es imposible escucharlos, no pueden sintonizarse con la vibración. Este es el primer conocimiento acerca de la vibración, acerca de nuestro espíritu que podemos ver como ejemplo en cualquier bebé recién nacido. Luego, la persona entra a otro formato de fijación de las vibraciones más rústicas, empieza a apoyarse en ellas, se acostumbra a ellas, las siente y la vibración más sutil se va. El niño deja de percibirla. Hablamos del espíritu, de la fe, de principios espirituales, pero en realidad nos hemos desacostumbrado de percibir estas vibraciones.

¿Qué pasa con una persona creyente? El hombre piensa: iré yo, me aseguraré de algo o de alguien. Y éste se sintoniza, se sintoniza… Luego, de repente, algo sangra. Por supuesto, si esto no es la menstruación, entones esto significa que pasó alguna sintonización sutil relacionada con el espíritu, que permitió al espíritu mostrarse. Y la gente lo relaciona con la fe. Y esto es una concentración elemental que las personas han fortalecido en sí y han llevado al estado de interacción con la frecuencia espiritual. A este fenómeno se le llama “fuerza espiritual”.

La fuerza espiritual es la capacidad de percibir la vibración espiritual. Todas las prácticas tratan de enseñar esto a la gente, mientras que la religión usa al hombre sin explicarle que se trata de una vibración con la que se ha sintonizado, lo que de hecho haría de la religión algo más consistente. Primordialmente, la tarea da la religión consistía en no dejar al hombre perder el contacto con la vibración. Con el paso de los años, esta conexión desaparece, se pierde. La naturaleza de las mujeres las permite mantener y comprender muy fácilmente esto, en la forma de su sensibilidad y su intuición. Presten atención al hecho de que hoy en día, la mayoría de los psíquicos son mujeres. ¿Por qué pasa esto? Porque ellas muy rápidamente “se abren”, pero les faltan los conocimientos reales de cómo desarrollarse en esto. Y se pierden en estas vibraciones, empiezan a utilizarlas no como es debido, según el nivel de la visión que han abierto.

El sentido es muy simple y muy importante. Consiste en que cualquier chica con el correcto sistema de regeneración natural de la energía, mantiene más fácil y simplemente su fuerza espiritual. Y durante la primaria, al privar a las chicas de esta fuerza, la sociedad hace un gran daño a las mujeres. Resulta que hoy en día, ser mujer es un todo Arte. No simplemente privamos a la mujer de orientación alguna, sino que también la privamos de apoyo. Como resultado, la mujer empieza a buscarlo en los formatos, comunicaciones más insignificantes, temporales e innecesarios. Ella deja de ser sí misma. No puede expresar su propia fuerza, la mujer hoy en día ha dejado de ser independiente.

Pero además existe también la idea de la dependencia de los hombres. El hombre ha alterado el ritmo de existencia de la mujer creando condiciones en las que la mujer dependa del hombre. Nadie tiene el derecho de privar al ser humano de la dependencia de sí mismo. Es importante comprender que nuestra existencia es nuestra responsabilidad. Al privar a una persona del esfuerzo respeto a sí mismo, lo privamos del esfuerzo natural. Y tal persona no puede expresar ni opinión, ni acción.

A veces uno está asombrado del modo de comportarse de otra persona. Por ejemplo, los terroristas hacen a alguien explotar… Aquí la cuestión es muy profunda y consiste en la educación. No cambiaremos nada en el mundo si no cambiamos el sistema educativo. Pero este es un círculo vicioso, dado que los que deben cambiar el sistema, tampoco son educados. La educación es un sentimiento, es un cultivo, es una vivencia y no un conjunto de ciertas acciones, ejercicios o técnicas. Mientras que el hombre no comprenda que la educación es una vivencia, no podrá empezar a educarse, puesto que le falta la necesidad interna de dedicarse a su propia educación, le faltan las vivencias.

Hoy en día, uno se educa por algo o por alguien, pero no por sí mismo. Pero esto ya no es una educación, sino que es el recibo de ciertos hábitos. La educación obligatoriamente contiene en sí el esfuerzo interno, el que debemos dirigir cada día a nosotros mismos. Y esto debe ser natural. Es un sentimiento para nuestro cerebro. Resulta que privamos nuestro cerebro de sentimientos. Si no queremos educarnos cada día, entonces esto significa que nuestro cerebro no necesita este sentimiento.

Por lo tanto, nuestro cerebro no puede realizarse y mostrarse a sí mismo a través de algún órgano necesario para nosotros. Y, en las condiciones de la existencia caótica, parcialmente de la incapacidad patológica de educarse, cada uno debe por sí mismo plantearse las cuestiones y decir: ¿soy capaz de hacer algo? Y la respuesta es simple: hasta que no haya llegado a la naturalidad de la situación en la que uno se educa a sí mismo, en la que muestra interés por su vida, sus acciones, la recepción cotidiana de conocimientos…, es imposible hablar de que ha conocido la educación.

Una persona que ha conocido la educación, no puede detenerla. Es un momento muy importante. Es imposible detener la educación a una persona que la ha conocido, porque ésta es una vivencia suprema. Aún los Templarios lo han dicho: “El vino es fuerte, la mujer es más fuerte, el poder aún más fuerte y los conocimientos están por encima de todo”. Es un principio bastante importante, que posteriormente aceptaron los masones. Y este eslogan queda escrito en Roslin (Escocia), en la pared del templo.

Los primeros que han dicho: “el conocimiento como vivencia”, con los celtas. Para los chinos, por ejemplo, la centralidad y la armonía, eran más importantes. Sólo la persona educada puede comprender la centralidad. En la antigüedad, la educación estaba relacionada con la capacidad de controlar el cerebro. No desarrollar, sino controlar, para que el cerebro no impida a la existencia. Mientras que ahora, es al revés, debemos tener un esfuerzo de desarrollo del cerebro.

El cerebro llegó a tener tan volumen, que debemos saber desarrollarlo. Y en las mujeres, el desarrollo del cerebro está relacionado con el útero. Para comprender en qué consiste la fuerza espiritual de la mujer, tenemos que entender la consciencia. Y para comprender la mente, debemos comprender el útero. Todo es muy interconectado. Es un proceso de vivencias. Una persona no puede llevarse por sí misma a este proceso de vivencia. Es necesario llevarla, dado que el cerebro no está centralizado y la energía no circula como debe.

Y este es un problema. Resulta que cada uno debe asignarse a las condiciones en las que posteriormente pueda mantenerse en este proceso. Esto es la generación en sí de un esfuerzo de hacer constantemente algo y que esta acción esté en progreso. Pero, resulta que la mayoría de la gente vive bajo el principio: “trabajo – descanso”, “me gusta – no me gusta”, “bueno – malo”. En la presencia de fuerza espiritual, faltan los conceptos, puesto que existen los conceptos de lo correcto e innecesario, llenado, enfoque, recogimiento, que son mucho más importantes. Y esto no es un interés. No existe interés por el juicio, existe interés por el razonamiento. Porque el juicio es reacción, mientras que el razonamiento es proceso de entrenamiento del cerebro.

El hombre que gusta, desarrolla su cerebro. El hombre que bebe el vino, se destruye a través de los grados. Debemos desacostumbrarnos de decir simplemente algo e ir adelante. O no debemos dar alguna opinión y permanecer en algún proceso de existencia, o dar alguna y luego hacer, por lo menos un análisis o concepción de lo que hemos dicho.

No tenemos que arrojar nuestras acciones, palabras, sentimientos e incluso la mano. ¿Por qué arrojar la mano por nada? Los movimientos deben ser íntegros, porque son parte de nuestro cuerpo. O la gente se sienta y empieza a sacudir su pierna, dado que dentro existe una energía no controlada que sacude su pierna. Existe algo que la hace sacudir su pierna sin su participación personal. Miren, ¡dentro de cada persona viven partes de su cuerpo sin su participación personal! Acaso, ¿esto no es un motivo para ponerse a pensar?

Si queremos hablar del poder espiritual de la mujer, entonces debemos empezar a recogerlo, es decir neutralizar todas las acciones que nos privan de este poder, de esta fuerza. La cuestión no consiste en la realización de la fuerza espiritual, la cuestión consiste en cómo neutralizar la pérdida de este poder. Y, en primer lugar, esto es aquello a lo que escuchamos. Debemos escuchar únicamente lo que enfoca nuestra mente. Cuando escuchamos música, debemos escuchar la melodía, el ritmo, la letra. Debemos pensar en lo que miramos, es importante mirar aquellos en lo que podemos enfocarnos. Y es imposible enfocarse sin mirar.

 

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