El ángulo del momento del nacimiento

El ángulo del nacimiento (o mejor dicho, el ángulo de la emisión) es una unidad condicional, o una medida que caracteriza a todos los seres humanos. El ser humano es una magnitud espacial, pero para entender esto es necesario revelar su ángulo de rotación (la medida del desarrollo). 

Teóricamente es posible calcular este ángulo mediante ciertas coordenadas. Pero esto no dará ninguna comprensión real, porque no es suficiente tener un entendimiento teórico del ángulo. Para revelar un ángulo es necesario construir el eje. En este caso tendremos el conjunto requerido de dimensiones espaciales. En otras palabras, sin simetría el ser humano no puede llegar a conocer esta propiedad. Para ello es necesario excluir el gasto de energía dentro del cuerpo, y llevar la energía a la condición de rotación y por lo tanto de acoplamiento. Además cualquiera que sea el ángulo de una persona por naturaleza, será insuficiente e inexacto. Los ángulos precisos son los ángulos de 30, 45, 60 y 90 grados.

Cualquier desviación crea una condición de gasto e inconsistencia de la energía. Es importante que obtengamos un número. Un número es el ritmo y el ritmo es el pulso. Por lo tanto la teoría aquí es interesante, pero prácticamente irrelevante. El ángulo es una condición de la estructura, de la forma, y si es débil, insuficiente o excesivo, destruye a la estructura.

Nuestras acciones deben estar armonizadas y no simplemente hundirse en el espacio de las acciones. Hay que saber dónde está el apoyo. El énfasis en los hombres es la conciencia, y en las mujeres es el útero. Por lo tanto no sólo debemos buscar nuestro ángulo, el cómo crear una condición que pueda convertirse en base para el desarrollo. Porque el desarrollo no puede apoyarse sobre el mapa personal, puede apoyarse solamente sobre un mapa que sea mejor que aquel que ya tenemos.

El mapa que tenemos es una condición. Sin embargo, creando la geometría correcta vamos a poder entender nuestro ángulo, es decir, entenderemos aquel sistema del cuerpo que domina en nosotros (muscular, tendinoso, esquelético).

El enlace débil en nuestra naturaleza es la energía Chi. Y no importa que cantidad tenemos. Su insuficiencia molesta igual como el exceso. Por lo tanto, necesitamos un eje para la distribución de energía, retirándonos de la energía que ya está en nosotros y sobre la cual nuestra influencia es indirecta.

Nosotros tenemos algunas conexiones coherentes e incoherentes que nos imponen absolutamente todo, por esto el desarrollo consiste en la modulación de las condiciones para salir de la dependencia de esos vínculos. Así es que no debemos estar muy interesados en saber si son fuertes o no.

 

29 marzo 2011

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