Los celos

Los celos son una reacción que puede ser clasificada de varias maneras. Pero, en este caso hay una constante: el procesamiento insuficiente del cerebro. ¿Por qué? Porque el impulso o la reacción, expresado en el concepto de los “celos” es más fuerte que su comprensión consiente. Y, hay que quedar bien claro que se trata de un impulso en el cerebro humano desarrollado con el tiempo y no de una reacción aleatoria.

De todos modos, si no es una agitación será cierta enfermedad, dado que la persona celosa carece de la fuerza adecuada para comprender la causa y la consecuencia de este fenómeno. En el mejor de los casos trata de tapar el sentido de la opresión con la reacción “si es posible olvidarlo por algún tiempo” para salvarse de este trastorno.

El mayor problema de los celos consiste en la búsqueda del culpable, puesto que la mente de la persona no la deja admitirse culpable, debido a la fuerte reacción que tiene en este momento. Por otro lado, la vivencia que uno experimenta por la insuficiencia es un sentido expresado en el tiempo que proviene del comportamiento del hombre. La vivencia y la conducta en el momento de tener celos depende de una gran cantidad de condiciones. Si a la persona no la importan otras cosas que meterse e interesarse por las relaciones, entonces esto será un golpe fisiológico serio del que será muy difícil salir, ya que no había creado las condiciones para retirarse de esto o sustituirlo por otro.

Si las personas no tienen confianza una a la otra, entonces surge la pregunta: ¿por qué están juntas? Cualquier situación de celos es cierta provocación y la habilidad de uno de hacer frente a la misma se determina por su grado de dependencia de esta provocación y de si se da cuenta de esto.

Presten atención solo a con qué cosas van acompañados los celos: con las condiciones, las amenazas, los chantajes. Si la vida, la mentalidad, de la persona se apoya en estos principios entonces, entonces ésta siempre caerá en la trampa de la desconfianza hacia todo y todos. Precisamente el desarrollo de esta falta de confianza será una fuente de reacciones. Algo más, la persona siempre irá buscando, provocando, situaciones similares para tener la posibilidad de expresar cada día la desconfianza que acumula. En otras palabras, es un aprendizaje pasivo a vivir en cierta insuficiencia.

Estamos acostumbrados a ver solo el punto final de la situación, ¡pero íbamos yendo a esto con toda nuestra cualidad de existencia! No se debe construir la vida según un principio aleatorio, de lo contrario existe la posibilidad de romperse según el mismo principio aleatorio.

En general, es inútil discutir este tema, porque si el hombre no establece su vida mentalmente entonces considerará cualquier acción desde la posición de las reacciones y no del entendimiento. En este caso, los procesos internos que pasan dentro de la persona en estas situaciones no están bajo su control.

Es posible salir de esta dependencia sólo al reconstruir nuestra mente. Pero aquí surgen también unos obstáculos como, por ejemplo, las dependencias ya generadas y el manejo de los “valores”, en los que hemos basado nuestra vida. Como regla, al final tratamos de “revocar” la situación, pero lo que pasa en realidad es meter el problema aún más adentro. Solo el trabajo monótono y constante en sí en general y después en unas situaciones como esta en particular, pueden dar el resultado de tener una vida y comportamientos controlados. Tomar el control en su conducta es algo que debe hacer cada persona celosa.

Vamos a dar un ejemplo para ilustrar un factor muy simple: una persona dedicada a su desarrollo dice, por ejemplo: “Voy a mi clase de yoga”. Esto provoca una irritación en el resto de la familia. En realidad, se trata de nada más que tener celos hacia el tiempo del otro. “¿Por qué pasará cierto tiempo en alguna sala con un fulano de tal y no conmigo?” Es decir, al complacer nuestro ego, cultivamos unos celos hacia el comportamiento de las personas con las que queremos pasar el tiempo.

Incluso la negativa de ir contigo al cine provoca celos porque resulta que a la otra persona le es más interesante y tiene algo más que tú para que no esté conmigo. Nos imponemos uno al otro un montón de condiciones cada una de las que acumula progresivamente un potencial para tener celos. Y, todo esto se inicia con la incapacidad de redistribuir nuestro tiempo. En este caso se forman también unos hábitos casuales que llegan a ser normales, comunes y si uno trata de sustituirlos o cambiarlos, esto puede llevar a problemas en las relaciones. Al estar dependiente de lo descontrolado, uno estará dependiente en cualquier aspecto de su vida.

Y, bueno, en primer plano normalmente son las relaciones sexuales. Uno ya está aburrido de todo esto, a otro le han aconsejado algo, tercero se metió en una situación de posibles desviaciones. Pero todo esto es una incapacidad de redistribuir su tiempo, por un lado, y disimular el amor a través del tener sexo, por otro. ¿Acaso no está claro que si no nos cultivamos en cada acción, ésta se consumirá y una y otra vez vamos a necesitar algo nuevo, algo fresco? Piensen en las relaciones de las personas antes de empezar a vivir juntas. ¡Cada su encuentro es una fiesta! Luego, todos estos encuentros se convierten en un hábito del que dependerá el tiempo pasado en esta subordinación. Por supuesto, todo esto no es una conclusión, más bien es un análisis, pero si en su vida uno no aprende a apoyarse y vivir en diversos intereses, entonces estará presente una dependencia que siempre permanecerá en una espera de cambios.

08 enero 2017

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