El deseo por el dinero

¿Tiene la cuestión del deseo por el dinero una cualidad innata o todo está adquirido? ¿Qué es lo más peligroso: estar presionado por la necesidad o tener deseos excesivos? ¿Qué es lo más importante: la educación en la familia, en la sociedad y los ajustes o el grado de la consciencia personal, la autoeducación y el dominio del Ego?

Determinar el dinero en el mundo actual es una tarea bastante difícil, ya que desde hace ya mucho tiempo está fuera de cualquier concepto y definiciones. La gente lo mide todo según el dinero, en cualquier parte opera con el dinero y este proceso ya ha sustituido la comprensión misma del dinero. El dinero ya ha dejado de ser una sustancia que se pueda fijar. Algo más, él ya hace mucho tiempo no determina ni el esfuerzo del hombre, ni su cualidad. El dinero no puede ser una cualidad innata, es un objeto en el nivel de “yo quiero”. Este objeto se desarrolla junto con el hombre y luego lo domina. Pero lo más peligroso es caer bajo la definición del “bueno” o “malo”.

Vivimos en un mundo regulado. Uno de sus reguladores es el dinero, o mejor dicho, los procesos relacionados con él. Lo que significa, que hay que entender que independientemente de lo que estamos haciendo, el dinero será una herramienta necesaria. Pero lo más peligroso es considerarlo la herramienta suficiente.

Una persona que, por ejemplo, no es capaz de respirar, necesita recuperar la respiración correcta. Pero, para hacer esto es necesario un esfuerzo. La persona que es incapaz de consumir la comida, no tiene gusto. ¿Cómo puede un ser humano existir sin el gusto? Este ya no es un ser humano, puesto que está perdida la conexión con las sensaciones naturales que determinan nuestros parámetros fisiológicos. De ahí, para la realización de las dos funciones básicas, la presencia del dinero no es muy actual. Simplemente hay que ser capaz de llenarse y disfrutar de la comida sencilla.

Sin embargo, precisamente aquí el hombre invierte su dinero, o sea, él lo gasta en algo que es incapaz de hacer, aumentando su incapacidad de comprenderlo. En este caso, además se pierde también la orientación: ¿adónde ir y por qué? Una persona que se alimenta y respira incorrectamente no puede nutrir su cerebro y se convierte en el “perrito fiel”. Puede ser controlado fácil, activándoles unos u otros receptores. Tal persona no es capaz ni de aceptar el concepto del dinero, ni de crear su propio. Él sólo puede ser inscrito en el concepto de la sociedad. Y si por una u otra razón no está inscrito, entonces él tendrá dos opciones: o de acrecimiento de su fuerza y la recuperación de su cuerpo o la borrachera y los narcóticos.

Resulta que cualquier estado, de hecho, determina el porciento de los dependientes del dinero, los drogadictos y los alcohólicos. Mientras que el desarrollo puede ser determinado sólo por el hombre. Como resultado, llegamos a una observación interesante: el dinero es un narcótico controlado por el sistema, él provoca en la gente una excitación incontrolada, de la que la gente empieza a depender. Al estar trabajando, una persona no depende tanto del trabajo, como de la cantidad del dinero que gana.

Esto no es un análisis, sino solo una observación, ya que hay que entender los aspectos sociales y culturales en un volumen más grande. Pero puesto que esto ya desde hace mucho tiempo se ha convertido en un ajuste, tanto interno, como externo, entonces no es nada fácil salir de esto. Y, ¿cómo salir de un estado que desde hace mucho tiempo se ha convertido en una forma de vivir y forma de sentir? A esto, a este estado ya está orientado el trabajo de todos los sistemas del organismo. Y para cambiar esta situación, son necesarios de 5 a 15 años. E incluso no todo el mundo es capaz de escapar de esta forma. Por eso el deseo por el dinero es la forma de la consciencia moderna, orientada y entrenada a ansiar.

 

Preguntas y Respuestas

Creía que la medida del costo del producto, es igual a la cantidad y calidad del esfuerzo (energía), las que una persona ha invertido en él. Es decir, de hecho, el producto es la transformación de la energía del hombre. Es decir, de hecho el producto es la energía transformada del hombre. ¿Ella tiene un valor objetivo, verdad? Un cuadro dibujado con talento debe costar más que una habitación en el hotel. En el primer caso, el hombre ha usado la energía fina y ha gastado mucho tiempo en la elaboración del cuadro. En el segundo, el hombre simplemente tiene este lugar heredado de su abuela. ¿Acaso él ha invertido algo en este producto, para luego poner un costo altísimo? ¿En qué no tengo la razón? Desde el punto de vista del Karma, del equilibrio, ¿es inofensivo pedir cualquier precio para su producto, simplemente guiándose por el principio: así me gusta y además tengo un producto que todos necesitan? ¿Acaso no es importante qué volumen de esfuerzos, energía están gastados en la elaboración de este producto? ¿No nos cargamos con Karma al pedir por pocos esfuerzos un alto precio? A veces uno no tiene ganas pagar por algún producto, porque tiene la sensación interna de que paga de más, que el precio esta desmesuradamente puesto. ¿De qué es medida el dinero?… ¿La medida de sentir amor por sí mismo (cuanto más amor siento a mí mismo, tanto más caro es mi producto)? ¿O la medida del esfuerzo y la calidad de la energía gastados en el producto? Es muy importante entender esto. Ya que el dinero y el bienestar son la misma cosa. Para obtener un beneficio hay que conducir a sí mismo el dinero. ¿Pero a costa de qué? ¿Amar más a sí mismo, o gastar más esfuerzos en el producto?

La cuestión del dinero, hoy en día es una cuestión de emociones. Son pocos los que piensan y lo más importante los que comparan, como lo ha hecho en su pregunta. Ha definido el tema muy claramente, es el Valor Agregado. Y este tema en las condiciones del mercado es muy simple, uno puede agregar lo que quiere. Pero no podrá aprovecharse de esto, puesto que a su alrededor hay competencia. Por esta razón, es necesario el mercado, que permite controlar el valor agregado. Otro aspecto es nuestra actitud a relación con el valor agregado. El hombre compra un producto que tiene 300-500% de sobreprecio, pero puede costar menos que un producto que tiene 100% de sobreprecio. Tomemos de ejemplo el agua, un agua común y un Gerolsteiner. Del agua común no tenemos ningún beneficio, excepto que nos parece que ahorramos. Pero, como resultado esta agua daña nuestra salud y mientras tanto la buena agua se desaparece del mercado, porque no tiene tantas ganancias para colocarse. El tercer factor es de qué está compuesto el precio del producto. Aquí nos encontramos con una situación en la que el trabajo se valora mucho menos que los servicios de intermediación o de ventas. Y si tomemos el trabajo intelectual, en Rusia es más bien un eslogan, puesto que son pocos los que de verdad saben qué es esto y como resultado no hay a quien apelar. Sin embargo, el mundo ya no es tan simple y cada esfuerzo se paga. El intercambio energético con el espacio no puede ser suprimido por nadie. Por eso, si uno está guiado por el proceso y no por el provecho, entonces no deberían interesarle las acciones deficientes en las que la gente altera más profundamente el esquema de su existencia. Y lo más peligroso es tomar la posición del mundo actual, o sea, apoyarse en la posición “en contra de algo” y no crear el “pro”.

 

06 marzo 2012

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