La forma suprema del desarrollo


Obatalá: ¡Epa Babá!


La forma suprema del desarrollo, es la penetración en la cultura. ¿Qué es la cultura? Es una característica atemporal, que se ha convertido en una parte de la vitalidad. Es un Ritual, que se realiza perpetuamente, orientado al mantenimiento de todas las conexiones con el espacio. Este es un determinado Ritmo de existencia, que expresa la actitud hacia el mundo y al mismo tiempo es parte de él.

Si una persona no ha desarrollado la necesidad fisiológica de vivir en armonía con el Ritmo y a través del Ritmo, entonces no solo está compuesto de fragmentos, sino también se presenta como un ser permanentemente dependiente y manipulado, que siempre será obligado a adaptarse y a reaccionar a una u otra fuerza.

Cada fuerza es un patrón energético agrupado, que vive según las leyes de un cierto Ritmo. Si no vivimos por estas leyes, no podemos ir más lejos de lo ya creado. Vivir por las leyes del Ritmo significa permanecer en un Ritual constante de su mantenimiento (un buen ejemplo aquí es el Islam) o de su cultivo (la cultura Yoruba).

Un hombre que no mantiene el Ritmo, nunca puede ser libre, ya que ni siquiera está en sintonía con la libertad. La libertad es un parámetro físico en el que hay que trabajar. Si uno depende de la comida rustica, entonces no es libre, ya que la frecuencia de la energía de esta comida no sólo es más baja que la suya, sino que le desmejora aún más.

Si uno no respira correctamente, también baja su frecuencia. Si no usa su cerebro cada día en la vida cotidiana, de nuevo baja sus cualidades. Si en su interior no hay música, no entiende la fuerza. Si su paso no posee la Medida, él se arrastra detrás de su parte trasera o delantera y ni siquiera es capaz de disfrutar de este minuto de su tiempo. Detrás de todo esto está el claro y reglamentado concepto del Ritmo.

Nuestra vida es una ceremonia peculiar y nosotros debemos hacer el servicio, manteniendo y sobre todo, haciendo crecer nuestras vivencias. En algún lugar de África o Brasil, la gente, al tocar un pandero, no sólo experimenta el acto que realiza, sino perfecciona su Espíritu, porque en realidad esto es una interacción con el Ritmo, lo que significa que es una estructuración de las conexiones que la persona es capaz de conocer en todos los niveles.

Por supuesto, el nivel puede ser más alto o más bajo, pero lo hay. Nadie, ni siquiera el hombre más rico, ni el profesor más inteligente en su totalidad no pueden ser comparados con los que saben cómo tocar la pandereta. Acentuando, se trata de tocarla, no de golpearla, ya que el que toca depende del Ritmo y no arranca sonidos del instrumento. Él posee un verdadero aliento, posee un apoyo interno, posee la vivencia suprema. ¡Y esto no tiene precio! Esto no se puede comprar con ningún dinero. Para esto simplemente hay que convertir su propia vida en una ceremonia, en un Ritual.

Cualquier Ritual se basa en la Ley, la Ley, en el Orden y el Orden, en la Verdad.

La Verdad del desarrollo

La verdad del desarrollo está entre dos conceptos: la sinceridad y la muerte. La sinceridad permite comprenderse a sí mismo y buscar la Verdad en sí mismo, mientras que la muerte ayuda a la persona mantenerse en las Leyes de la acción. La Ley de la acción, es cuando no dependemos del tiempo, sino de la vivencia del proceso. El proceso nos permite escapar del tiempo, es decir, de la muerte. La muerte es un valor temporal, lo que significa que se aplica a las acciones, que se caracterizan como temporales, innecesarias, pequeñas, en general, a cualquier cosa que no se implanta en nosotros y nos distrae de nosotros mismos.

Fenómenos temporales son también las enfermedades, como, de hecho, también el cuerpo, aunque aquí puede haber opciones. Opciones producidas por los intentos de cambiar las leyes del cuerpo, cambiando su vibración. También hay casos de una transformación completa del cuerpo. Y aunque no son muchos (a causa de la forma vibratoria rustica de la Tierra), ¡los hay! Lo que significa que podemos hablar de diferentes valores. Y para acercarnos a la Verdad, debemos cambiarnos en vez de determinarnos. Detrás de todo esto, una vez más, está el Ritmo como el conocimiento supremo de la vibración, que está escondido en los antiguos himnos e historias, donde la esencia no está en lo escrito, sino en cómo está escrito, cómo hay que percibir los textos sagrados o mejor dicho, los cantos sagrados.

La vida debe ser regulada por la ley del funcionamiento correcto. Esta es la ley del Ritmo, la ley que determina la estancia en las propiedades supremas de la existencia. Nos guste o no, vivimos según las leyes de la recurrencia cíclica. Sin embargo, esta recurrencia cíclica puede ser temporal, orientada a la destrucción (en lo que, de hecho, consiste su ley) y puede ser intemporal, orientada a la continuación. Y la tercera forma de recurrencia cíclica es la transformación, que enseña cómo pasar de la forma cíclica temporal a la intemporal.

Y aquí es importante usar las herramientas correctas, que por un lado, no dejarían caer en el ciclo lineal y por otro, no dejarían saltar en un ciclo intemporal incontrolado. Por eso, debemos aprender a manejar el Ritmo en vez de seguirlo. Al no manejarlo, sólo seguimos el proceso de generar, que ya está inherente para nosotros. Al aprender a interactuar con el Ritmo, rompemos nuestro Código y como mínimo, no dejamos que se destruya.

El manejo del Ritmo nos lleva a una forma más alta de manejo de la vibración, cuando creamos y lo más importante, nos impregnamos de Ambrosia, la vibración indestructible.


La Enseñanza del Ritmo

La Enseñanza del Ritmo, es una Enseñanza de las Proporciones Supremas, una Enseñanza de la Resonancia, de la Cristalización, en general, de todo lo que es supremo para nosotros. Es una exposición geométrica concentrada, que se desarrolla sólo a través de la armonía, es decir, es imposible no sólo entenderlo, sino incluso aprender a comprender el Ritmo, sin darse cuenta de que esta es la ciencia más armoniosa. Esto significa que ella es no sólo substancial, sino también extática, ya que nos lleva a diferentes formas de vivencia.

Y aquí es de suma importancia no confundir la vivencia con la emoción que vive precisamente por las leyes de las relaciones temporales. La vivencia es una forma controlada, ella es la que nos lleva a esas transformaciones en el cuerpo, a la así llamada “Ambrosía”.

La Enseñanza del Ritmo tiene sus formas numéricas, geométricas y lo más importante, ella debe ser física, es decir, algo que se siente. El logro supremo aquí es el logro del estado de isomorfismo de resonancia, es decir, la creación de transformaciones energéticas sin perder la estabilidad de la forma o en otras palabras, el logro del Arte de manejar el Ritmo a través de la consciencia. Esto, por supuesto, es una forma distintiva del modelo de desarrollo, que es propia de los africanos, donde el manejo se realiza a través de la súper-consciencia.

Pero si abordamos conscientemente la comprensión de lo súper-consciente, entonces obtenemos una Enseñanza real de la forma de existencia intemporal, la que en el caso de los africanos de reduce al hecho de que un hombre que no posee el ajuste superconsciente, sólo se destruirá, ya que no tiene las condiciones para el isomorfismo.

La Enseñanza del Ritmo es la Enseñanza del influjo sobre los sentidos. Esta es una ley psicofisiológica, algoritmo proporcional, que tiene la distinción de 30 grados. En total son 12 diferencias. De hecho, aquí estamos hablando de 12 tipos de vivencias. En consecuencia, debemos definir los primeros que revelaron estas 12 leyes, como una fuente del conocimiento del Ritmo. Y su nombre es Orisha.

Orishas

La Ley de los 12 tipos de vivencia, es una división del mundo por el principio sagrado donde cada Orisha representa una determinada ley del espacio intemporal. En realidad, los Orishas son catorce. Las leyes se dividen en dos fases de 6 ritmos de un Eje, es decir, representan una estructura séptupla. Y esto es muy importante, ya que conseguimos precisamente un modelo de transición, es decir, uno con el que se puede trabajar y no sólo seguir (como en el caso de las gradaciones de cinco o de nueve ritmos), ya que en él radica el ritmo de la respiración, algo que podemos tomar como un punto de partida, si queremos tomar el control de la resonancia.

Cada Orisha es un cilindro peculiar, un tambor, que contiene las leyes de una de las doce estructuras espaciales del Macrocosmos, que se representan en nuestro cuerpo en la forma de indicadores físicos, energéticos y mentales. Por otra parte, tal división no es completamente correcta, ya que es necesario hablar de la influencia de la tridimensionalidad, que se transforma en tales manifestaciones como la física, la energía y la mentalidad, es decir, todo esto es energía. Pero la energía manifiesta en un espacio temporal, se hace más gruesa y vemos el cuerpo físico. Las energías refinadas son la base de la mentalidad, pero ella es algo que no podemos ver. Lo energético es la transformación de una forma de energía en otra.

En general, se trata de los tres vectores diferentes que nos representan. Juntos, están subordinados al Ritmo. Todo se ha iniciado en una zona donde se ha creado la primera comprensión del Ritmo, en el lugar donde vino Obatalá, el Dios del Ritmo.


 

 


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28 junio 2013

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