Estilo de la ropa

Las leyes que definen las transiciones rítmicas exigen estar en una u otra forma. Estas formas tienen sus condiciones orientadas a expresar y conservar las leyes por las cuales vive el hombre. Ellas poseen una fuerza tanto creativa como destructiva según las condiciones en las cuales el hombre interactúa con el espacio, sobre todo cuando se trata de relaciones sociales y económicas.

Aquí juega un papel importante el trato del hombre hacia su ropa, ya que esto determina su estilo de vida o comportamiento, independientemente de la posición activa o pasiva en cuanto a lo que viste o que aspecto tiene. Además, de la percepción mental, la ropa expresa también una relación físico-energética del cuerpo con la forma que representa la ropa, resulta que la gente ha creado todo un proceso que hoy en día se caracteriza más por su valor estético, pero en la antigüedad sin duda tenía significado mucho más profundo.

Una prueba de esto es el proceso de elaboración de la tela sobre el cual se prestaba mucho más atención. En realidad la ropa tenía un valor energético importante y su tarea principal consistía en alimentar el cuerpo. Se consideraba como un elemento de la alimentación que le proporciona a la persona la posibilidad de crear cierta reacción, tanto interna como externa, de lo que tenía puesto, de lo que vestía. Lo más importante que debemos entender es que esto crea cierto tipo de tensión, que con el paso del tiempo de estado interno se convirtió en externo.

Cualquier traje es escénico ya que representa a la persona, sus movimientos, sus apariencias. Él puede espiritualizar o hacerle parecer más ordinario. Más interesante aun es ver la ropa en categorías de las fórmulas matemáticas, algo que era tradición en China, en las culturas Andinas, en la Mesopotamia, también para los Griegos. La ropa en estas culturas se percibía desde el punto de vista no tanto de la interacción de la persona consigo mismo, sino con el espacio donde vivía o mejor dicho con el Tótem al que obedecía. De hecho, dentro del Tótem uno se le daba una función muy definida a relación con su vestimenta. De hecho hoy la ropa determina de manera significativa el comportamiento de la gente, algo que es también un eco de la época de cuando ella tenía funciones más comprensibles y definidas.

El Traje

El traje es cierta medida de la forma externa de la persona. En general en esta categoría se puede incluir todo lo que influye a las apariencias del hombre, desde los vestidos y chaquetas hasta las joyas y peinados. El concepto del traje consiste en la idea de la medida y la idea de la medida en la posición del hombre en cuanto a su aspecto. Exactamente la posición es el concepto principal en la percepción de la ropa, en la idea de la alimentación y la interacción con el espacio a través de ella.

No importa donde estamos, debemos saber expresarnos y expresar nuestra posición hacia el espacio. El espacio es muy vivo y si a nosotros nos da igual, qué nos ponemos (sobre todo cuando nos quedamos solos en casa), pero para el espacio todo esto es energía.

En la antigüedad creían que los espíritus buenos no se establecen en las casas donde les muestran una falta de respeto. Por eso al vestirnos al azar de cualquier cosa, definimos también nuestro lugar y tarde o temprano seremos parte de este caos. Debemos saber construir y atender al espacio y aquí lo más importante es ser capaz de expresar nuestra actitud hacia él, donde nuestro traje (incluso si se trata sólo de calzones) no es insignificante. De todos modos, esto nos enseña a estar más atentos a la calidad real de lo que llevamos.

Definición de la calidad

La calidad es lo que forma el gusto y los hábitos y por lo tanto, tiene su fundamento energético indudable. Para la calidad es importante ante todo, la capacidad de combinar la ropa y percibir el color. La ropa para nosotros debe ser viva y es importante la geometría de la ropa, su material, quién la hizo y el ritmo de su uso.

Ritmo de uso

El uso de la ropa debe tener un ritmo, es una actitud y atención a la vida de nuestras cosas. Y aquí es necesario ser capaz de combinar los esfuerzos. Además, según la forma de vida, debemos aprender a expresar nuestra actitud hacia la ropa en diferentes condiciones de la vida. Un ejemplo típico de fracaso son los hombres de negocio que en su trabajo se visten de trajes buenos y elegantes y fuera del trabajo llevan ropa que no les expresa y produce una resonancia de interacción muy fuerte la cual, por supuesto les afecta.

Tomemos, por ejemplo los que con sus apariencias pretenden ser muy especiales vistiéndose de ropa de marcas de lujo o por lo contrario, andan vestidos en trapos, demostrando su menosprecio por algo. Todo esto lleva a cierto hábito de reaccionar más que de expresarse a sí mismo en el espacio. Lo más peligroso aquí es la pérdida del ritmo, o sea, la situación en la que no hay correspondencia energética entre la ropa y la personalidad.

Si uno no entiende la geometría de la ropa eso significa que no comprende su energía. La geometría se construye a base de varias condiciones, como qué diseño, qué silueta, qué accesorios, qué zapatos se usan, etc. La ropa debe respirar, sólo entonces obtendremos una sensación de la ropa.

La sensación de la ropa

La sensación de la ropa es lo más importante para nosotros, por eso tenemos que expresar nuestra actitud hacia el vestido. Esto determina la calidad de nuestra vida. La ropa debe cultivar nuestras sensaciones y llenarnos. Aquí es importante entender la diferencia entre la reacción a la ropa (lo que pasa con las mujeres y hombres de moda) y de tener sensaciones en la ropa. El estilo no debe ser un índice temporal.

La ropa no debe estar sujetada a un concepto temporal, incluso si la cambiamos. Tenemos que aprender a transformarnos de una forma a otra, es decir, como si fuéramos un río. Bueno, esto también puede ser una especie de existencia conceptual, donde la ropa es una parte de nuestra capacidad general llamada "la vida". Y cuanto más ropa tenemos, tanto más difícil resulta controlarla, ya que mantenerla energéticamente, alimentarse de la ropa y la habilidad de llevarla son parte del arte de la interacción con este hecho en nuestra vida.

Es la ropa la que forma nuestro estilo. Ella afecta nuestro comportamiento, el equilibrio mental y es la que provoca las reacciones de la gente hacia nosotros. En general, la idea del estilo se constituyó (o mejor dicho se legalizó) en los corsés, en la idea de su creación, cuya tarea principal fue conectar todo lo dicho hasta ahora, la línea, la forma, el contenido, o sea, la correspondencia proporcional. Eso fue un fenómeno extraño de expresar y cultivar su naturaleza y al mismo tiempo fue su destrucción.

En general, lo más peligroso es cuando el vestido impide a la respiración natural y el movimiento, ya que esto rompe el intercambio normal de energía entre la ropa y el cuerpo y crea sensaciones negativas internas, que afectan a la tela, creando una tensión determinada también en el cuerpo.

De hecho, hoy muchos tipos de ropa juegan el papel de un corsé o crinolina (cuya tarea es fortalecer las caderas), que determina la coordinación correspondiente y la unidad del cuerpo en movimiento. Pero todo depende de la forma de vida o sea el estado estático o dinámico. En general, la capacidad de tener una sensación real de la ropa, tener una relación "amistosa" con ella es un proceso bastante vivo sobre el cual es necesario saber trabajar.

Personalidad

Es importante lograr que la ropa pueda expresar nuestro carácter y no sólo ser representante de una marca. Por supuesto, tener una ropa de calidad con estilo es bueno, pero no es suficiente. Y por supuesto, aquí debemos comenzar a sentir el tejido. Si la tela no es capaz de cultivar la energía o en ella ya está incorporada la incapacidad de interacción con nuestra energía (por ejemplo si el tejido no es vivo, es sintético), la ropa hecha de esta tela nunca podrá ser para nosotros "otra piel". Y en realidad tendremos sólo un pedazo de tela sin forma que ni siquiera importará cómo lo han cosido.

Pues, coser es un arte y si en ello no se ha logrado la unidad entre todos los procesos de modificación de los tejidos, la circulación de la energía interna sería rota, lo que realmente se convierte en un peso para nuestra personalidad. El mayor problema hoy en día no es tanto encontrar una ropa para sí mismos, sino para la idea del proceso de la vida, donde en realidad somos unos artistas dibujando nuestra personalidad, en busca de vestirse de tal manera que permita que la energía se acumule y cultive.

Como un símbolo de estilo

Una vez aprendido a sentir la ropa y expresar nuestra personalidad a través de ella, nosotros adquirimos las condiciones para el conocimiento del simbolismo. El simbolismo de la ropa consiste en la profunda idea del símbolo, donde el proceso de vestirse se convierte en un instrumento de conocimiento, de abrirse a sí mismo y de lograr una interacción más profunda con el espacio.

En este caso la chaqueta de cuero no es sólo una chaqueta, la bufanda no es solamente una bufanda, etc. Se trata de unos símbolos del espacio que nos dan la oportunidad de profundizar tanto nuestras sensaciones, como nuestros conocimientos, pero, ante todo, profundizarnos a nosotros mismos. Bueno, en general, hay que entender que la ropa originariamente era un símbolo al cual se unía el hombre con su parte sagrada.

Lo Sagrado

Lo más Sagrado en el proceso de vestirse es la comprensión, de los diversos pueblos, acerca de su propio cuerpo. Al que luego agregaban, expresaban o escondían ciertos efectos acumulativos. Incluso si tomamos en cuenta la dependencia climática (que debemos poner en duda, si en los tiempos antiguos de verdad tenían frío o calor, como nosotros), entonces tenemos que poner de relieve que sólo se permitía el uso de los cueros de ciertos animales, relacionados con el grupo totémico del espacio, es decir, aquellos cueros de animales dotados de fuerza.

Aquí estamos hablando de cierta actitud y atención que la gente ponía sobre sí mismo, aunque por supuesto había una diferencia intelectual obvia entre los Griegos, que se vestían sólo con un pedazo de tela y los también los Vikingos. Sin embargo, aquí lo importante es el principio por cual, en realidad, se prefirió el uso amplio o no de colgaduras (agregados) , pero lo obvio resultó ser la manera bastante consciente para ocultar, mejorar y prácticamente transformar su figura.

Es importante comprender que el cuerpo del hombre antiguo permanecía constantemente en tensión, era capaz de percibir e interactuar con el espacio mediante varias partes de su cuerpo, donde los ejemplos más destacables son los hombros, muñecas, plantas de los pies, rodillas y caderas.

Y, por supuesto, el símbolo principal era la cabeza con la cual en distintas partes del mundo hacían tantas cosas: se apretaban el cráneo, colgaban serpientes y perforaban todo lo que se podía perforar. Es decir, la piel misma se aceptaba como un tejido que usaban para hacer “colgaduras” directamente en el cuerpo. Aquí, entonces, es el momento de mencionar el tatuaje del cuerpo, cuya tarea principal obviamente no fue de pura funciones decorativas, sino del fortalecimiento de las diversas cualidades del cuerpo. Otra parte, que marca la importancia y la función sagrada de las cualidades del cuerpo, a menudo bien ocultada, son los genitales. Aquí debemos prestar atención sobre la actitud que tuvo la gente en la antigüedad en lo que se refiere a esta zona.

Queda claro que en el pasado, consideraban el coito como un ritual, excepto en algunos grupos y tribus muy salvajes, que entraban en contacto entre sí únicamente observando las leyes de Tótem. Los genitales poseían cierta fuerza subordinada a la voluntad del Cielo, la cual respetaban y protegían. Por eso hay tantos símbolos religiosos y tantos cultos relacionados con el falo y el útero. Los egipcios utilizaban el shenti para cubrir estos órganos, un delantal que tenía la función excepcionalmente ritual. Luego, en muchos pueblos este papel lo jugó la falda.

Resultó que las dos zonas principales del cuerpo, las cuales el hombre antiguo envolvía, cubría y ocultaba, fueron la cabeza y los genitales. Y, aquí es importante no confundir los dos períodos importantes: uno que podemos llamar periodo sagrado-ritual, cuando el revestimiento de algunas partes del cuerpo no tenía nada que ver con los aspectos sociales y éticos y el período estético, cuando la ropa se convirtió en una determinada manera de destacar y embellecer la forma del cuerpo. El último período mostró y reveló mucho más en tiempos de los romanos.

También podemos remarcar dos períodos más en la formación de la actitud hacia la ropa: el religioso, donde el cuerpo era cubierto y lo consideraban pecaminoso (lo que provocó la percepción opuesta, o sea, lujuria y apetencia a ver el cuerpo desnudo) y el período cuando la ropa perdió su significado ritual y su percepción fue sustituida por las formas externas de la ropa.

Con el desarrollo de la última etapa, lo que en realidad conocemos como la moda, el cuerpo ha dejado de expresar su significado sagrado interior. Esto se conservó sólo en el Oriente, donde continúan perfeccionando las técnicas internas del desarrollo del cuerpo, la energía y la mente.

Junto al Oriente, vale la pena destacar los procesos en América del Norte y América Latina, donde el culto de la conexión del cuerpo humano con los símbolos animales totémicos llegó hasta la actualidad. Esto significó que cualquier tipo de tejido fuera considerado como un modelo geométrico del espacio, donde fueron importantes los dibujos, los símbolos y las combinaciones que permitían conectarse con la fuerza del lugar o incluso atraerla. Si todo esto se entendiera desde la perspectiva física, podemos hacer la siguiente conclusión: la ropa siempre tuvo la tarea de aumentar la fuerza o incluso, la transformacióm de la tensión del cuerpo.

Culto a la mujer

Lo más interesante en el estudio de la historia de la aparición del Estilo, es que se puede dividir en dos períodos. El primer período es el del culto al Tótem, al Egregor y al mismo tiempo cuando la vida se desarrollaba bajo el modelo del ritual. Con la aparición de las reglas sociales se inicia el segundo, cuando el estilo comienza a determinarse por la sociedad y allí por supuesto, lo principal fue el trato de los hombres hacia las mujeres. Incluso durante la Inquisición, cuando las restricciones religiosas rígidas en cuanto al estilo fueron determinadas precisamente por este factor y la ropa fue una herramienta para no sólo distinguirse, es decir como una forma no sólo de expresión, sino también, como un modo de consumición. En realidad, podemos dividir estos períodos en el período de la forma sensual (de espacio) y el de la forma temporal o de la reacción.

A pesar de todo esto, al mismo tiempo se puede observar el desarrollo del ritualismo en las sociedades japonesas y chinas, que realmente determinaron el proceso de formación del estilo conforme a la filosofía del comportamiento en la sociedad.

Por lo tanto, la ropa es un fenómeno específico en la vida de la mujer y su nivel estético particular. Y nos guste o no, este “culto” en la vida de la mujer moderna es dominante. En el culto del vestido está incluido todo aquello que, por así decirlo, le "pega" al cuerpo de la mujer, pero en el caso de la ropa, es una construcción básica.

 

Preguntas y Respuestas

Cuando la ropa se hace inútil (está rota, desgastada), ¿significa esto que el vestido ha dejado de realizar sus funciones, o sea, su recurso está acabado?
Bueno, tal vez estaba mal cosido, ¿cómo puedo decir yo? Es necesario describir la historia de la ropa, el material, ¿quién la vestía, cuánto tiempo, dónde? En general, su historia detallada.

 

06 marzo 2013

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