Sangre

La semilla del padre y la sangre de la madre determinan nuestra existencia en el espacio de nuestra naturaleza física. La sangre es la fuente básica de la alimentación del cerebro. De cómo circula la sangre, dependen nuestros sentimientos, experiencias y emociones. Pero lo más importante es que del el estado de la sangre depende de la capacidad del cuerpo para dominar el proceso de la respiración energética.

Durante el verano la sangre llena nuestro cuerpo y durante el invierno lo devasta. Si en el invierno no permitimos al cuerpo “descansar” de la sangre, entonces se altera la respiración. Durante el invierno, la sangre está encargada de la función de conservación, mientras que durante el verano la función de alimentación. Lo mismo pasa durante el día: por el día se produce llenado y por la noche, conservación.

No cuidar de esto, significa provocar una reacción que conduce a la tristeza. Y si a este proceso no se le presta atención a tiempo, luego llega la depresión. Sin embargo, hoy nos hemos ido más allá: al porcentaje máximo de mortalidad asociada a enfermedades del sistema cardiovascular - infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares, hipertensión, aterosclerosis, etc.

Las funciones básicas de la sangre

Función nutritiva: traslado de diferentes sustancias, que determinan la reacción energética en una u otra parte del cuerpo: el oxígeno, dióxido de carbono, substancias nutritivas, hormonas, neurotransmisores, electrolitos, enzimas, etc. La importancia básica de esta función es la alimentación del cerebro de cuya calidad de trabajo depende la calidad de la existencia del ser humano.

Función respiratoria: traslado del oxígeno desde los pulmones hasta los tejidos del organismo, dióxido de carbono: desde los tejidos hasta los pulmones. De la calidad de la sangre y su estructura depende la capacidad de los canales energéticos de absorber diferentes características de frecuencia de la energía.

Función trófica: traslado de substancias nutrientes básicas desde los órganos digestivos hasta los tejidos del organismo. De hecho, esta función determina la dependencia del ser humano de unos u otros componentes nutritivos.

Función excretoria: traslado de los productos finales del metabolismo (urea, ácido úrico, etc.), exceso de agua, substancias orgánicas y minerales hacia los órganos de excreción (riñones, las glándulas sudoríparas, pulmones, intestinos). Es una función muy importante que, de hecho, muestra si la sangre controla la consciencia o la consciencia controla la sangre. Así, por ejemplo, la incapacidad de regular nuestra actividad vital y pensamientos es un indicador para la dependencia de unos u otros funciones excretoras que a través de la sangre controlan nuestro comportamiento.

Función reguladora (humoral): una función polivalente y voluminosa, que abarca diversos procesos, desde la regulación del frio y el calor, hasta la regulación de las sustancias fisiológicas activas, la entrega de hormonas, péptidos y iones desde las zonas de su síntesis hasta las células del cuerpo. También regula los procesos energéticos relacionados con los canales internos.

Función protectora: una función particular que protege al ser humano tanto de los procesos negativos, como de los positivos. Está determinada por la calidad de la sangre, su circulación y centralización (la creación de una presión igual tanto en la parte inferior, como en la parte superior del cuerpo).

Función homeostática: determina la tensión interna, el equilibrio del cuerpo, los indicadores ácido-base, regula el medio acuático en el cuerpo.

Indicadores sanguíneos

El volumen de la sangre en el cuerpo es 5 – 6 litros. Esto es 6% del peso corporal total. Pero precisamente este volumen puede controlar todos los enlaces moleculares en el cuerpo.

La densidad relativa de la sangre (1,050 – 1,060) depende de la cantidad de los eritrocitos. La densidad relativa de la plasma (1,025 – 1,034) depende de las proteínas. La densidad energética depende de la estructura de la sangre y se determina por su frecuencia energética. La frecuencia promedia energética de la sangre es 7,8 Hz.

El equilibrio ácido-alcalino de la sangre es el indicador básico que determina la reacción interna del organismo (la proporción del hidrógeno e iones hidroxilo). Aquí nos encontramos con el indicador más importante de la sangre, el pH. Solemos considerar que el pH normal de la sangre es 7,2 – 7,4. Pero el pH de la sangre es diferente en las distintas zonas y niveles del cuerpo.

Según los datos científicos, el pH de la sangre arterial es 7,4 y de la venosa es 7,35. El pH de la sangre se considera una constante que no debería variar, ya que precisamente en estos indicadores pasa el proceso de transformación y fermentación y si un pH de la sangre menos de 7 y más de 7,85 es incompatible con la vida.

De la comprensión del pH de la sangre y la capacidad de mantenerlo en los valores necesarios, depende no tanto la sangre misma, como la calidad de la vida. En este caso es importante comprender que una sangre regulada significa estar en las tareas, mientras que la sangre no regulada nos pone en una dependencia completa del espacio en el que vivimos y su alimentación correspondiente.

Precisamente la incomprensión de la humanidad del significado verdadero de la sangre llevó a la alteración del grupo sanguíneo único que existía primordialmente y produjo la aparición de los cuatro grupos sanguíneos. Más correcto, no de un grupo sanguíneo único, sino de dos: uno que poseía una actividad de recogimiento, típico para las mujeres (este tipo de sangre está relacionado con la Tierra) y otro “Celestial”, que empezaron a considerar como principal después de la intensificación de la actividad solar.

 

Los cinco grupos sanguíneos

 

I grupo: básico. Este grupo primordialmente ha conservado sus parámetros, que según su estructura tiene unas conexiones horizontales más expresadas. Es decir, más fuertemente se adhiere al espacio en el que vivimos que es fuerte. Este grupo de sangre es muy fuertemente atado y mantenido por la vibración del lugar. La gente con éste tipo de sangre dependen mucho del lugar en el que vive y de la comida local.

II grupo: creciente. Este tipo de sangre se apoya en el grupo sanguíneo básico, pero es capaz de mejorarse y desarrollarse. Su surgimiento se debe a la intensificación de la actividad solar. Este grupo es muy bueno para el desarrollo de una persona y es el más oportuno para el perfeccionamiento. Pero su dependencia del espacio no le deja realizar esfuerzos adicionales. Como resultado, en los representantes de este grupo sanguíneo existe un problema con el ritmo.

III grupo: flexible. Es un grupo sanguíneo muy interesante que surgió debido a la mezcla de grupos étnicos en resultado de las migraciones. Tiene unos indicadores buenos, pero ya que se posiciona entre el segundo y el cuarto grupo, le falta la estabilidad. Sin embargo, posee la propiedad de buena adaptación.

IV grupo: no expresado. Este tipo surgió en resultado del cambio de las características de la frecuencia vibratoria de la Tierra. Éste contiene en sí el quinto grupo que depende de las vibraciones de más alta frecuencia y que no admite ningunas definiciones y características establecidas. V grupo: alquímico. Es un grupo sanguíneo específico que no depende de la energía del espacio y está subordinado a unos indicadores de más alta frecuencia.

V grupo: alquímico. Es un grupo sanguíneo específico que no depende de la energía del espacio y está subordinado a unos indicadores de más alta frecuencia.

 Recomiendo también conocer los materiales en la Sección “Salud de las Mujeres”.

09 febrero 2011

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